En esta época del año, los espacios se vuelven más íntimos, más vividos, más nuestros. Y la forma en que los iluminamos tiene el poder de transformar cada detalle — desde la textura de los materiales hasta la manera en que percibimos el entorno que nos rodea.
Aquí, la luz evoluciona de una lectura clara y precisa a un escenario acogedor, cálido y profundamente sensorial.
Un simple cambio en la temperatura de color puede transformar por completo la forma en que sentimos cada elemento del espacio — cada sombra, cada reflejo, cada textura.
Los 4000K resaltan la definición y la nitidez del ambiente.
Los 2700K aportan confort, serenidad y la atmósfera perfecta para esta época del año.
Creemos que la luz no sirve solo para iluminar, sino también para crear emoción, propósito y presencia.
Que esta transición luminosa sea también el reflejo de sus próximos proyectos.
Le deseamos una Navidad con la temperatura adecuada y un 2026 que nunca baje de los 2700K de confort.